Llegamos por casualidad, ya que el mismo dia atravesamos la frontera con Malasia y perdimos el tren que queriamos coger, asi que decidimos pasar una noche en este pueblo fronterizo. Nos sorprendió gratamente el lugar. Cada habitación es como una pequeña casa adosada, muy espaciosa, limpia y con todo lujo de detalles. Hay un mini bar a precios razonables y un servicio de habitaciones que puedes hacer tu pedido por facebook o line! La propietaria fue encantadora. Nos imprimió los billetes de tren y nos propuso llevarnos en coche hasta la estación. Es un lugar perfecto para hacer noche al salir o entrar del país. Totalmente recomendable, relación calidad precio inmejorable!